Música de salida (para una película)

En octubre de 1997 entré a un Discolandia (hasta entonces la tienda de discos más importante de México) ubicado en los Portales de la ciudad de Toluca y compré el disco que marcó mi vida.

En septiembre de 1996, un año antes, ingresé a la escuela preparatoria y reprobé el primer semestre. En marzo del 97 mi padre me compró una máquina estándar de escribir, que se convirtió en mi objeto favorito. A donde iba llevaba mi máquina de escribir y mi lugar preferido era un parque cercano a casa, en donde aún había mesas entre los montes para quienes lo visitaban los fines de semana.

Esos meses fueron los mejores de mi vida: a pesar de que mis padres se molestaron conmigo por reprobar en la escuela, no me quitaron libertades, no me reprimieron ni me reprocharon, quizá pensaron que lo mejor era dejarme continuar en ese curso de la vida. Y así fue: tomé mi máquina de escribir y varias veces a la semana me internaba en ese parque a escribir sobre algunas hojas previamente pintadas con óleo difuminado.

1996 también fue un año difícil, pero no diré mucho al respecto.

En septiembre del 97 regresé a la escuela y retrocedí dos números en el listado de grupos (cuando ingresé estaba en el 14, al regresar, en el 16). Me gustó el nuevo número, lo sentía perfecto para mí y de hecho, ésa era la talla de mis pantalones: 16, aún la de un niño.

Fue un tiempo nuevo: muchos de mis compañeros eran recicladores (así les llamamos en nuestra ciudad a quienes recursan un semestre) y varios parecían pertenecer a los llamados fósiles (quienes reciclan más de un semestre). Este nuevo grupo me acogió mejor que el primero, y en él conocí a varios de quienes son hoy mis mejores amigos. Fue el punto de reunión, desde antes nos estábamos atrayendo, tal vez desde que nacimos.

Y así pasó septiembre.

La música que escuchábamos sólo podía clasificarse de dos formas: la pop, de los fresas y el rock en todas sus variantes, iniciando por el nacional (más común), para los no tan fresas. Fueron años rosas y el pop no era muy malo, a pesar de que se le empezaba a calificar de "desechable". Había buenos grupos y cantantes nacionales, y vendían millones de discos. No existía la piratería de forma tan descarada.

Un día en octubre del 97 llegué a los Portales, cuando apenas empezaba a descubir la ciudad, ya que, debo admitirlo, hasta entonces sólo había sido un niño de vida bucólica y acomodada. No sabía qué comprar, si lo que escuchaba en la radio o algo diferente. Había leído nombres como Blur, Pulp, The Cardigans, The Cranberries, entre otros (muchos de ellos definieron los años 90, más tarde lo supe); pero otro nombre me hacía ruido: Radiohead (en algún lugar escuché esa palabra y me movía). Recuerdo bien el momento en el que me encontré cara a cara con OK Computer, ese disco de portada enigmática (un collaje azul de una autopista, o lo que parece el resto de una autopista borrada con rayones blancos). Lo tomé, me dirigí a pagar (es probable que haya costado $150.00 o $170.00), fui a casa y lo reproduje. Fue un día difícil y este disco no lo mejoró. Reproduje el track 5 "Let Down" (decepcionado) y así me la pase esa tarde, escuchando "Let Down" una tras otra vez.

Todo OK Computer es un laberinto desordenado en guitarras y difícil de admitir su existencia; una pregaria caída de otra dimensión, de una época paralela, de un mundo futuro pero lastimosamente presente; un viaje íntimo del ser, que ancioso de respuestas se sumerge más conforme avanza: desde el primer riff la panorámica es gris ("Airbag","fitter happier") con salpicaduras en verde nauseabundo ("Paranoid Android", "Electioneering"), tintes morados ("Subterranean Homesick Alien", "Let Down", "Climbing up the Walls", "The Tourist"), de repente varía a rojo ("Karma Police"), toca muy poco el azul ("Exit Music (for a film)", "Lucky") y sólo una el amarillo ("No Surprises").

Durante muchos años supe que "Let Down" era mi canción favorita. No obstante, descubrí una que me gustaba tanto o más: "The Tourist". Mis certezas empezaron a convertirse en dudas y ya no sabía definir qué canción me gustaba más (una idea torpe de tener una canción favorita). "The Tourist" es excepcionalmente poética y hasta ahora no he escuchado una mejor canción que dé final a un disco, cierra magistralmente a OK Computer, .

Tiempo después una canción más al interior de OK Computer llamó mi atención: "Exit Music (for a film)", un track compuesto especialmente para los créditos finales de Romeo + Juliet, adaptación ciematográfica de Baz Luhrmann a la tragedia clásica de William Shakespeare, que Thom Yorke accedió a realizar debido a su gusto por dicha obra y por la versión anterior. "Exit Music" es una tierna petición de Julieta a su Romeo ("despierta y vístete antes de que tu padre nos encuentre, antes de que se desaten todos los infiernos"), la esperanza de ser recordados "Sing us a song, a song to keep us warm, there's such a chill"), el coraje y la desesperación de no completar su amor ("we hope that you choke"). Esta canción no se incluyó en el soundtrack a petición de la banda. Debo decir que fue una gran decisión, ya que de lo contrario se sentiría a OK Computer como una obra incompleta, rota.

A continuación la traducción de "Exit Music" y más abajo un video. Disfrútenla.


Exit Music (for a film)
Música de salida (para una película)
(Traducción)
Radiohead
OK Computer, EMI, 1997

Despierta de tu sueño la sequedad de tus lágrimas,
hoy escapamos, escapamos.
Empaca y vístete
antes de que tu padre nos encuentre,
antes de que se desaten todos los infiernos.

Respira, recupera el aliento.
No pierdas la cordura.
Respira, recupera el aliento.
No puedo hacer esto solo.

Cántenos una canción,
una canción que nos mantenga cálidos.
Hace mucho frío, mucho frío.

Ya pueden reír, una tibia sonrisa.
Esperamos que sus reglas y sabiduría los atraganten.

Y ahora nosotros estamos en infinita paz.
Esperamos que se atraganten, que se atraganten
Esperamos que se atraganten, que se atraganten.
Esperamos que se atraganten, que se atraganten.



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