De Ayunos: Un Viaje Pagano (Parte 1)


Parece corto el tiempo, la noche ha extendido su mapa. El principio pasó inadvertido, sé que nada comprendo, que soy un recién nacido, el diminuto ser que aplastaban particulas de polvo en mis sueños de niño. Las ventanas de la habitación crecieron, las cortinas son densas. Seis meses de una ausencia renuevan los estragos y las colisiones. Sólo hay un dolor flotante en la infinita noche callada. El lobo aguarda afuera, su persistencia debilita mi deseo de permanecer adentro. Detrás del lobo la tristeza es una carroza en espera del acto final. Adentro está el columpio vacío, la cuerda rota. La serpiente ya no muerde su cola. Caen los cerezos del canasto.

Ahora escucho esas canciones que tanto amabas, ahora las veo lúcidas y sonrío hasta agotar mi locura. Ahora comprendo que nada fui sino el barquito perdido en tu amplio mar.

¿Bastará decir "te amo", cada noche antes de dormir? ¿Vendrás a apaciguar mis delirios? ¿Sujetarás la mano que sostiene la vara que magulla mi despertar? Ya no sé hacia dónde mirar, porque mis ojos enloquecen de tanto perderte.

Háblale al sol de mí, cuéntale mis desdichas que germinaron cuando partiste. Cantale sobre el niño que espera con un caracol y sonríe en los atardeceres. Háblale al sol de mí y escarba en cada esquina para encontrar el féretro donde escondieron mi nombre. Ven a desatar los infortunios sobre quienes ríen al ver mis harapos, quiero decir mis hojas en blanco, sobre las cuales, al querer hablar de ti, escribí la palabra "sueño". La burbujeante sangre petrificó la noche. Suda la mano de mi adversario en espera del momento justo para apuñalar las bahías donde santifiqué tu número.

Háblale al sol de mí porque la noche ha extendido su mapa.

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