Una costumbre rota

Tengo ganas de borrar el universo, de fingir que nada ocurrió.
Tengo ganas de oprimirme los ojos y esperar el acontecer de la nada.
Tengo ganas de perder mi lenguaje y mis conocimientos.
Se vuelve duro el descanso, la alegría enmudece,
los incendios se enfrían y las nubes se hunden en el océano.

Bastaría saltar a la otra orilla
o convertir en reveses mis victorias.

He aquí un sorbo amargo, una vena rota;
he aquí que nada hay sino un ligero soplo de tibieza.

Tengo ganas de partir el mar y cruzar a la otra orilla
donde un gran barco me esperaría.
Tengo ganas de combatir con las eternidades
y finiquitar su armada.
Tengo ganas y no encuentro el modo, ni siquiera un sobresalto.

Ni siquiera un suspiro que me reduzca a mi más mísero mal.

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