De partidas y soles

Una mañana él despertó en su islote y después de encender una hoguera para iluminar el día, caminó hacia la orilla para ver si alguien llegaba, pero notó que las aguas del océano se habían transformado en un misterio, una duda en forma de palabras que empezaban a ondear con inquietud. Esa misma tarde él tuvo dominio de la sintaxis y descubrió en su duda una respuesta triste: en la distancia su amada había olvidado que él permanecía en aquel islote y ya abordaba otra nave con dirección opuesta, ya no lo amaba, un nuevo ser se le abría como un nuevo sol.

El apagó la hoguera que también iluminó la tarde y se cubrió con un manto de estrellas recién descubiertas. A la llegada del nuevo sol las aguas habían bajado y a pesar de que la tristeza era insoportable, una pequeña sonrisa llegó a su rostro: ella era feliz por ya no intentar comprender la complejidad del océano que les separaba. El comprendió todo y empezó a construir su primera nave. El sol volvería a llegar al día siguiente.

Alberto Aradraug

Comentarios

Entradas populares