Canto a Eleanor (el tigre)
Alberto Jiménez
Tus rostros vagan por oscuros aposentos y pregonan cantos dionisiacos para esconder la máscara con que cubren la desdicha de un velo gris (sucio, impenetrable); se te llamó por todos los adjetivos y todas las composiciones, se te invocó como a Calíope y, aunque no apareciste, se te escuchó cambiar de voz, fuiste de ronco dinosaurio a delicado tenor pigmeo. No te asisto en las vísperas de tu muerte, permito que se apoderen de tu cuerpo los artificios de tu poesía -jamás imaginarías cuántos desdobles hay que hacer en ti para encontrar una letra.
Y aún vagan en tu pozo las insurrectas frases del adios.
Y aún niegan que les perteneces.
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