(A)belard to (E)loisa

Ya sé que lo nuestro terminó, que yo fui culpable siempre de nuestras distancias. Ya sé que ni siquiera tengo derecho de hacer esto: interrumpir tu vida. Ya sé que no figuro más entre los nombres que pronuncias en el curso de los días, que ni en tu pensamiento. Creo que yo no podré evitar tu permanencia en mí durante mucho tiempo, y a este paso no sé si un día olvidaré las cinco letras sonoras de tu nombre. No dejo de pensarte para no olvidar tu cara, no dejo de construir con tus cinco letras mi dormitorio cada noche, para sentir al menos que existes. Ya no vienes más, ya me aniquilaste o aniquilaron en ti, lo siento. Y todas las mañanas me parecen tan pálidas y nuestro mes me pareció tan pálido como si sólo hubieran soplado un poco de tinta sobre él. Quiero decir que no quiero evitar tu presencia en mí, que aunque sea así de pálida he decidido llevarla todas las mañanas en mis bolsillos. Jamás creí pertenecerle a nadie, jamás imaginé que una sola palabra fuera tan dura, incluso cuando dije palabras tan duras como esa palabra. Ya no quiero permanecer en este estado de incertidumbre, en el que todos los días, a cualquier hora, en el minuto más inoportuno llega tu nombre como suave brisa a arrancarme otra parte que no deja de ser tuya; quiero saber algo, lo que sea; quiero saber si ya debo dejar en paz las cinco letras de tu nombre, si tu existencia ya significa más sin las seis del mío, del primero. Quiero decir que no encuentro a nadie en quien colocar este amor que crece siempre y que ya me duele, que no sé cómo dejar de cargarlo. Fue más difícil para mí, siempre lo supe, incluso cuando esas palabras alevosas salieron de mí, siempre lo supe. Siempre supe que no podría evitar el sufrimiento que causa tu ausencia, porque aún así permaneces en la lista como un número uno que no ve llegar el número dos. Encontré en ti todos los atardeceres en donde esperaba agotar mis alientos, pero jamás te lo dije. Si no vas a regresar al menos dímelo para acelerar los procesos, para decirle a mi exhausto corazón que esto ya terminó hace dos inviernos, que ya no regresarán esas alegres cinco letras que vivían tras unos lentes que le ayudaban a percibir el universo, y en los cuales me reflejaba cuando le besaba.

"Escribe que me amas, o que me amaste un día y hoy no soy sino tu ropa sucia, tu zapatilla escasa, ¡escríbeme, por Dios!...

Y si ya agotaste tus palabras, si mis seis letras, las de mi primer nombre, no sirven para crear un universo, si están ahí, entumidas, rancias, dímelo. Al menos sabré que ya debo consumirme sin esperar los bellos cataclismos por los que pasaba cuando aún mis seis letras incendiaban tus ojos.

Guardé tuyos un par de dados que en sí almacenan los designios del azar, si uno es tuyo encuéntrame a la séptima hora de la tarde donde nos vimos por última vez, si no comprenderé en silencio.


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