De Ayunos: Un Viaje Pagano (parte 32)

Hoy descubrirás que en ti habitan otros y mientras eso ocurre degustas otra rebanada de tus hot cakes. En la mesa de atrás un hombre acaricia a su perro. La mesera que lo mira desde la barra no le aparta la mirada del cabello, es probable que deteste sus canas o el largo y lacio de su corte. Tu cuaderno fragmentado distingue la ausencia de hojas, las rompiste, quizá. Tu pasado es recogido por el servicio sanitario de tu ciudad, más tarde se ensuciará y no tardará mucho para que el moho lo destruya. No lo piensas de ese modo, de hecho ni lo piensas. Por la tarde uno de tus otros llorará como un chiquillo cuando lo comprenda, entonces querrá correr a todos los basureros de la ciudad para recuperar el pedazo de cara que le has despojado. El café es amargo, le agregas otra cucharada de azúcar; el sabor es el mismo, ya se tibió, así hasta las galletas saben rancias. El hombre a tu espalda observa la etiqueta que sale por el cuello de tu camiseta. No alcanza a leer y gira un poco la cabeza con la intención de hacerlo. Ya entendió. Se dice para si mismo la marca, como si más tarde comprará una igual. No lo hará, más tarde estará llorando la muerte de su perro, quien, por cierto, se llama Héctor. cada sorbo de tu café es un viaje incandescente, es como beber un sorbo de arena o una rebanada del sol, a eso te sabe, aunque sea tibio. El lugar es pequeño, un poco sucio en la cocina, al mirarlo piensas en el cochambre que generaste en la materia de química, cuando tenías 12 años. Cuando tenías 12 años no pensabas en el presente, que incluso ya es pasado, o por lo menos jamás imaginaste que así serías, incuso ninguno de tus otros lo hizo, aún no comprobaban su presencia. Mañana, cuando despiertes, encontrarás varias almohadas en tu cama, comprenderás que has dormido con alguien más, o ¿debo decirte "con muchos más"? Pero entonces no sentirás miedo. Les habrás conocido, les llamarás por sus nombres y ellos se referirán a ti por los tuyos. No es imposible imitar a un flamingo, pero lo tuyo no serán imitaciones. Serás un flamingo; un nonato que llora en la cuna; una vela encendida a punto de agotarse que piensa en cómo se consume y en dónde desembocará su materia; serás una pigmea bailarina, vestirás de medias y un corsé, le bailarás can can a una docena de mariposas, que de hecho también eres; serás acusado en el tribunal superior, serás culpable e inocente, llorarás porque desconoces bien cuál fue el delito, fingirás que no estás ahí, que no te conoces, pero tu dedo condenará tu ausencia y serás torturado con la venganza de tu detractor; serás un ave fenix en medio de la tempestad, habrá lluvia y tu propio llanto evitará que cuando quieras regenerarte sólo te diluyas y disperses tus aguas por doquier; serás un anillo atorado en una gorda soprano que hace el amor con un caníbal, ella entonará su mejor partitura mientras le devoran un brazo; serás una bolsa de plástico arrugado por una hoguera, en tu interior se esconderá la palabra misterio, pero no podrás revelarlo; serás una cocinera que sólo llora y llora porque no encuentra una vasija que debe llevar a la mesa de su amo; serás el amo esperando que la concinera lleve una vasija para empezar a degustar una trucha, que también eres; serás dos zapatillas rojas, un prendedor gris y un cepillo de dientes, todos en medio de la primera noche, cuando la vela que eres se haya consumido. Eres y serás, cada día, diferentes materias, diferentes conceptos, nuevas personas y viejas adquisiciones, te nombrarás y te nombrarán en un lenguaje amorfo, y verás todas tus metamorfosis, irás de niño cantor a viejo enrrabietado, de pequeña codorniz a blasfemo dinosaurio. Te diría todo lo que serás y serías. Ahora vas con el segundo bocado. El hombre a tu espalda aún mira, no veo qué.

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