Ficciones




En elefante corre virado sobre el cielo, se hunde en el fondo de un inagotable océano con los pies apuntando hacia las nubes; no sufre: poco a poco sus movimientos se suavizan y su danza salvaje se convierte en una postal etérea. Bajo el elefante se desparrama un costal de nubes que a modo de almohada acarician su lomo. Es tristísimo. Si bajo la mirada observaré que sobre la tierra hay un circo al cual entran dos trapecistas enamorados: ella es gris y pequeña; él, que se ha quedado grabado en la carpa, es marrón y despide un olor a cerezas. Ella, consiente de amar a una fotografía, llora lágrimas verdes que al caer sobre sus ajustadas ropas se vuelven moradas y sólo algunas florecen como margaritas diminutas con las que adorna un canastito. Él sólo puede observar, y observar… él nada más mira. Y si bajo aún más la mirada, podre percibir que hay un circo diminuto junto a un clavo que sostiene una cuerda de la carpa, y que en él un niño vende la única entrada, y que adentro, en el centro de la pista, una banderita blanca ondea la palabra perdón.




Alberto Aradraug




Alberto Aradraug

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