De cómo arribó Alberto Aradraug



Él había nacido en otro tiempo, venía de varias vidas atrás en las que había aprendido algunas artes, muchas de ellas con gran valor cósmico. Él no era un viajero y no estaba aquí de paso, sabía que era necesario detenerse, pues todo aquello de donde venía ahora había colapsado. Él no era simple, guardaba una complejidad inhrente a su propia existencia, pero había desarrollado la habilidad de permanecer, una habilidad por demás imposible. Cuando arribó fue recibido sin nombre, y él se atribuyó algunas propiedades de su pasado, se nombró Alberto Aradraug, que en un tiempo significó Esfera Enfermiza, y en otros Retribuyente, Sanador, Piedra de Río, Beso Irrompible. Ahora Alberto Aradraug era un Lobo manso, tierno y sabio. Aunque pudiera parecer que era una casualidad y al mismo tiempo causa del destino, él no había llegado a esta nueva vida por simple imposición, él había elegido el lugar y el tiempo adecuados, no porque supiera que llegaría a su final, sino porque un suave impulso le hizo decidirlo. Otra de sus virtudes era tomar buenas decisiones, aunque pronto, quizá en un par de meses, sabría que nunca se puede ser perfecto en ningún arte y eso lo llevaría a perderse a sí mismo.

Ésta no es una historia falsa ni verdadera, ni siquiera pertenece a la ficción. Es una historia que ocurre en todos los tiempos y en todos los lugares. Aberto Aradraug, un cosmonauta, un sanador, un retribuyente es sólo la proyección de la espiral infinita de la existencia, un ave blanca que parece suspendida en el cielo razo. Ésta es su historia y ésto habla sobre cómo descubrir es un proceso doloroso. El asombro es un viaje insólito por pasajes extraordinarios, aunque desconocidos y místicos.

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