Tatot Osho Zen: Inocencia


INOCENCIA



El anciano de esta carta irradia un gozo infantil hacia el mundo. Hay una sensación de gracia a su alrededor, como si estuviese en casa consigo mismo y con lo que la vida le ha deparado. Parece estar manteniendo una comunicación juguetona con la mantis religiosa que descansa en sus dedos, como si ambos fuesen grandes amigos. Las flores rosadas, que caen en forma de cascada a su alrededor, representan un tiempo de "soltar", de relajación y dulzura; y son una respuesta a su presencia, un reflejo de sus propias cualidades.

La inocencia que procede de una experiencia profunda de la vida es como la de un niño, pero no es infantil. La inocencia de los niños es hermosa, pero ignorante, y será reemplazada por la desconfianza y la duda a medida que el niño crezca y aprenda que el mundo puede ser peligroso y desafiante. Sin embargo, la inocencia de una existencia plenamente vivida tiene una cualidad de sabiduría y aceptación de las maravillas de la vida siempre cambiante.

El zen dice que si dejas el conocimiento (y dentro de conocimiento se incluye todo, tu nombre, tu identidad, todo, ya que te ha sido dado por otros), si abandonas todo lo que los demás te han dado, tendrás una cualidad totalmente diferente en tu ser: la inocencia.

Ésta será la crucifixión de la persona, de la personalidad. Pero habrá una resurrección: la de tu inocencia; volverás a ser un niño otra vez, renacerás.

-Osho, Dang Dang Doko Dang, cap. 7



La pregunta que le hice al Zen no fue para conocer mi fortuna, ya sé que de eso no me dará respuesta. La fortuna existe en tanto uno desconoce sus propias peticiones, que generalmente nos observan y se nos ofrecen a lo largo del tiempo. Soy objeto de la fortuna y ahora, quizá, sólo necesito comprenderla, necesito orientar estos bellos cataclismos y vivirlos; la carta que hoy me ha dado el Zen me responde dicha pregunta y me ha dado la mejor respuesta con una palabra cósmica.

Comentarios

Entradas populares