Cartas

Salí descalzo, sigiloso de la habitación y me dirigí a la de mispadres, que seguían abajo. Al pasar por el cubo de la escalera escuché la voz eléctrica del radio y un susurro de mi madre. Del secreter de mi padre extraje una hoja en blanco y un sobre y volví a la cama. Ahí comencé a redactar una carta al modo de las que recibía Karmina. Amada, inolvidable, dulce Aurora, espérame en el puente, en el Krämer-Brücke, yo iré allá un día por ti, te salvaré de los bombarderos y balas y bayonetas, y estaremos juntos aquí o alláy verás que no hay distancia entre Königsberg y Monterrey, entre mi puente y los siete tuyos, verás que Euler fue más exacto que humano. Aurora, no vayas a saltar al Préguel, no sigas el ejemplo de Karmina; ella fue impaciente, tú esperarás. No cantes los cuatro versos de la muerte.

-Toscana, David. Los puentes de Königsberg. México: Alfaguara, 2009. p.105

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