Sin título

Hubiera podido hablar de mí, pero no había palabras, ni siquiera un pequeño silbido para nombrarme. Hubiera podido representar el papel correcto de haber sabido que poseía el equivocado, pero las palabras no eran las palabras, ni siquiera mentiras, porque ellas estaban sobre la capa que todavía no encontramos porque nos sigue consumiendo. Y yo que me alegraba por comulgar con ellos -los absurdos falsetes que me enrojecían los sueños y ponían pequeñísimas astillas de cristal en mi sangre-; yo que siempre estaba enlistado para cabalgar el caballo bermejo y colocar, luego del escorpión, la corona azul sobre quien se nombró primero; yo que siempre resolvía las vanidades ajenas por fin supe que en el pozo estaban los sonidos y el paraguas del que escurrían mis letras en forma de brillantes dardos.


Alberto Aradraug




Alberto Jiménez. Highway [Para Laiza]. México: Bâ-Ngord Editores, 2003, p. 2

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