Transmutación

Carezco de encuentros. Se esconden de mí todas las calles. Carezco también de fortuna y algunas veces necesito de ella. Parece que fui borrado de las nóminas. Me buscan mis padres, pero estoy frente a ellos. Lloran mi pérdida y creo que hasta me han sepultado. Salió de sí, dijeron, como cuando un cascaron pierde el diminuto ser que ahora ya ni recuerda que ahí habitaba. Salió de sí y no lo encontramos más. Yo pensé que sólo se trataba de un cambio, pensé que era otro, que hasta la cara me cambió. No. Sólo un par de insomnes ojos se mantuvieron en su sitio, lo demás se movió y jamás pudieron armarle, dijo otro. Argumentaron mediante todas las teorías, me atribuyeron todas las enfermedades, un día alguien dijo que me metamorfosee en sanguijuela y que al otro día apareció un canario, que un día después una jaula. Conservaron mi habitación y en ella una cama y en ella yo, pero también fui un ropero y un dios hindú; no obstante, nadie me vio: entretanto servían el arroz en platos blancos. Una mañana me despertó la vigilia de mi abuelo, quien vino a apologizar su último encuentro conmigo. Si dormía, desperté; si despierto estaba, dormí. Tocó lo que entonces eran mis labios e introdujo en ellos sus letanías, los cerró y luego me cantó. Un dia salí y al llegar afuera me encontré en muchos afueras, me desparramé como el mercurio, pero no volví en mí. Alguien gritó y volvió a llorar como cuando se le sepulta a un hijo. Jamás pude voltear, jamás ninguno de los que entonces yo era pudo voltear, y todos, que eran yo, querían mirar la cara a quien poseía tan afable voz. Escucharon que un cristal se rompía. También ellos y los otros, los que se alejaron. No era el espejo del ropero, que ahora era un cura beodo vomitando letras rancias, tampoco los ojos de los insectos que esperaban mi descomposición. El reflejo que alcanzó a percibir se coló en sus poros, y eran tantos porque él también era tantos. Cuando fue inalcanzable e imperceptible todos regresaron al interior y cerraron la puerta. Al lado de la casa había un catre viejo, y sobre él un anciano que ya contaba esta historia a dos niñas y a un diminuto dios.

Comentarios

Entradas populares