34 días antes del mañana

Debido a las declaraciones de rechazo que han realizado las autoridades y/o legisladores de diferentes estados de la República Mexicana en torno a los matrimonios civiles de personas del mismo sexo, en las próximas elecciones, los ciudadanos que nos consideremos dentro de un grupo social con altas perspectivas de desarrollo, deberemos cuestionar ágilmente las tendencias religiosas que profesan nuestros candidatos con tal de garantizar el ejercicio pleno de derecho que, se supone, ellos deben vigilar.

A penas a unas cuantas horas, por no llamarlo menos de dos días, después de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación dictaminara que los matrimonios entre dos personas del mismo sexo tendrán validez oficial en toda República Mexicana, las reacciones en torno al tema se han suscitado por parte de gobernadores y diputados locales de algunos estados, quienes antes de fijar la posibilidad de acaso llevarlo a una encuesta pública ya se han pronunciado totalmente en contra, especialmente el caso del gobernador de Sonora, Guillermo Padres.

El pasado martes Padres indicó no estar de acuerdo en que las entidades federales reconozcan esta modificación a la ley, aunque insistió en respetar la ley a las minorías que quieren que esto se lleve a cabo.

Es una pena que las personas al mando de los estados que componen el México actual se inclinen por el "no" autoritario que, dicen, se ha luchado en los últimos ochenta años y contra la cual, también dicen, se pronuncian en sus discursos de campaña política; es de gran vergüenza pública que, no conforme con ello, se permita a las instituciones religiosas... mejor dicho, de la única institución pública con voz en este país, formar parte de un dilema que sólo al Estado le compete.

Éste puede ser el momento que México espera para darse un giro social y cultural, no con una fiesta extra-planeada para conmemorar un bicentenario de independencia que de nada ha servido si se piensa en seguir viviendo, luego del próximo 16 de septiembre, en un país con leyes obsoletas y formas de pensamiento prehistórico, sino favoreciendo esa nueva revolución social que ya ha dado inicio. La fiesta de dos días será aberrante si al llegar el día 17 seguimos viviendo bajo la misma legislatura y leyendo los mismos libros de texto de hace cien años. Enseñar Historia de nada sirve, en todo caso hay que proponer a los estudiantes vivir en el continuo pasado de un país retrógrada.

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