Jamás supe



Aún la idea no se aclara en nuestro paisaje, permanece intacta vagando en una bolsa de plástico. Aún pienso en los últimos días, cuando aún me incitabas a ser feliz, cuando venías y me traías pequeños ramos de palabras que no crecen en otro jardín... y aún las tengo, permanecen vivas en el florero de mi existencia. Dos meses y seis días sin tu prolongan ahora mi vida aquí, creo que éste es el momento en el que empiezo a sentir tu ausencia, y aún no sé en dónde te perdí. No me es fácil acceder a esta idea, no obstante parece ser la víspera del ayer. Temo no encontrarte jamás, temo no volver a acariciar tu risa que me envolvías en un pequeño pañuelo para desdoblarlo por las noches. Días tan transcurrido desde que me dijeron que ya no estabas, desde que tu padre desconsolado me dijo que aún no comprende, que se rompe en pequeñas partículas que esperan alcanzarte, días y noches empiezan a caer y quiero permanecer de pie porque me dibujaste en la frente la palabra fortaleza. Quiero decir que sigo perdiendo los eslabones, los peldaños de mi ascenso, que sigo reelaborando la historia que figuraba como simple, que sigo rayoneando las viejas páginas con los viejos nombres, con las viejas expectativas... Entristezco a veces y recibo burlas, como si exhalar fuera un pequeño artefacto de color azul cielo. Estos ligeros horizontes con soles incandescentes pronto cambian a mundos sumergidos y vacíos que de petrificarse me encarcelarían en diminutas galerías laberínticas. Te extraño y jamás había empleado las palabras te extraño con tanto dolor, te extraño y jamás las mencioné con tanto desconsuelo. Ojalá pronto vengas a decirme que un lirio aún por nacer de mañana me espera en el botánico de los amorosos, ojalá pronto dejes caer sobre mi palma izquierda la palabra "futuro", tú, quien ahora desde tu extravagante ventana astral te conviernes en mi oráculo al lado de mi otro gran amigo, quien me canturrea de vez en cuando y me ayuda a extirpar la salmonela de mi espíritu. Quiero dejarte escapar, niño de la fortuna, niño sol que corta un corazón para brindármelo en la tarde triste. Quiero permitir tu salida de esta brisa turbia que sólo confunde a quienes aún le respiramos. Ven pronto a darme tu adiós y envía pronto ese pequeño bote de remos que tripule y conduzca mi siguiente amante.

En memoria de mi amigo Francisco Chaparro "Pako", que ahora surca febril las inmensas constelaciones, que corre salvajemente entre todas las estrellas de arriba.

Nunca te olvidaré, amigo, permanecerás en mi corazón en esta eternidad que ya es eternidad.


Alberto Aradraug "Betito", 2010

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